
El último escalón en la estructura social de la cantera lo ocupaban los aprendices.
Empezaban a edades muy tempranas, desde los 7 años, lo que nos hace imaginar las necesidades que había en las familias en aquellos tiempos.
Comenzaban como arrieros, llevando con burros los cestos con la comida a los canteros, por lo que cobraban 7 pesetas, aunque el dueño de las bestias cobraba a las familias 1 peseta por cesto, con lo que obtenía una remuneración bastante mayor.
La subida a la cantera empezaba sobre las 10,00 una vez recogidos los cestos y cargadas las “agüeras”[1] pues aproximadamente tardaban 2 horas y media en llegar a las canteras y los canteros comían a las 13,00.
Los más pequeños subían montados a lomos del burro, mientras que los mayores subían andando, debido a la carga que soportaban las bestias.
Una vez que descargaban los cestos de la comida, cargaban los cántaros, para ir a llenarlos de agua mientras los canteros comían.
Algunos, no todos, se quedaban en la cantera aprendiendo el oficio de cantero.
Trabajaban en la placeta, despizarrando, o elaborando morteros, fregaderos y pilarones.
Según adquirían conocimientos y experiencia hacia los 12 – 14 años iban cobrando pequeñas cantidades de dinero por esta labor. A los 17 -18 ya eran auténticos Canteros.
Existe un dicho entre los macaeleros que enfatiza el carácter iniciático que tenía la elaboración del popular mortero:
“El que no se enseña a hacer el mortero no era cantero”.
Otro dicho popular sintetiza las fases del aprendizaje en el trabajo del mármol:
“Desde chiquitos hacemos mortero, cuando grandes vamos al fregadero y cuando tenemos ya mediada la edad subimos a la sierra y nos dan el jornal”

[1] “Agüeras”: Aguaderas. Armazón de esparto con divisiones, que se coloca sobre el burro para llevar los cestos y cántaros.