Con la llegada de la Revolución industrial a la zona, en el s.XIX, aparecen nuevos métodos tanto extractivos como para la posterior elaboración de productos de mármol. En esta época comienza el uso de explosivos (pólvora) y de herramientas y sistemas mecanizados (ingenios).
En Fines, se instala en 1837 el primer telar de mármol, por una compañía de catalanes, en la ribera del Río Almanzora. El telar cuenta con 60 flejes que cortan el mármol presionando contra éste arena traída de la playa. Aprovecha la energía hidráulica, igual que otra segunda máquina que se mueve al mismo tiempo que los flejes con las que se da a las tablas el primer pulimento.
Tras ella, poco a poco se van instalando nuevos telares aprovechando los saltos de agua de pequeña altura de antiguos molinos escalonados
Hasta 1905 se instalaron en Macael 25 fábricas, que tenían más de 70 telares, situadas en el Arroyo Marchal y sus afluentes. También en Cóbdar, Lorenzo Alonso Martínez instaló, a finales de la primera década del siglo, dos fábricas de aserrar.

Como el agua es escasa, y en verano se empleaba para faenas agrícolas, las fábricas sólo funcionaban en invierno. Este hecho, junto con el elevado aumento de la demanda ocasionada por la apertura de nuevos mercados gracias a la inauguración de la estación de ferrocarril Fines-Olula, animó al empresario Antonio Ortiz Váldes a construir una fábrica en las cercanías de la estación que contaba con dos telares que obtenían la energía mediante un motor de gas pobre[1], con lo que funcionaban todo el año.

Misma operación que desarrollaría la sociedad británica Spanish Marble Limited en Albánchez con la instalación de una fábrica con dos motores de gas pobre y seis telares, con los que cortaba las tablas con el mármol extraído de su cantera de Chercos. Ésta misma empresa, en 1907 ya empleaba en su cantera, una máquina de vapor semifija y tres sierras helicoidales para el corte mecánico, un cabrestante para el arrastre, y un locomóvil[2] para el transporte de los bloques a la fábrica de Albánchez.

[1] La energía se genera a partir de la combustión de restos vegetales (cascaras de almendras, madera, etc)
[2] Vehículo diseñado para rodar sin necesidad de vías, por caminos. Estaba dotado de ruedas de tractor y poleas conectadas al motor de vapor para el movimiento de maquinaria mediante correas de transmisión.