Otro oficio muy ligado a la cantera era el de fragüero.
En las fraguas se fabricaban y arreglaban las herramientas que se utilizaban tanto en las canteras, como en los talleres de artesanía.
Gradinas, cinceles, mazos, barrones, barruchines, cuñas, pinchotes, compases, escuadras, barrenas, …

Los punteros se sacaban de “varetas” de acero redondas y los mazos de barras de hierro de sección cuadrada que se compraban en Murcia y se traían en el tren.
A los mazos, al golpear contra los punteros acerados, se les hacía una boca[1]. Cuando las bocas tenían un centímetro o dos de profundidad se volvían muy trabajosos, mandándose a la fragua para calzarlos. Para ello se le metía un “grano”[2] y se metía en la fragua. Se ponía al rojo vivo hasta que se ponía a echar chispas, casi fundiéndose. Entonces se llevaba al yunque y rápidamente de golpeaba para dejar el agujero tapado. Quedándose el mazo como nuevo.
Las herramientas de las canteras las traían los arrieros y la de los talleres, los aprendices. Cada cantero hacía un “liíllo” con ellas de distinta manera (con hilo, con esparto, otros en barjas, otros en espuertas) para que no se confundieran. A parte cada liíllo traía un vale, firmado por el encargado de la cantera, ya que aunque eran propiedad de los canteros, de los arreglos se hacían cargo los dueños de las canteras.
La fragua se alimentaba de carbón mineral que se compraba en la Estación de Fines-Olula, del que se utilizaba en las locomotoras.
Para avivar la combustión se utilizaban fuelles que posteriormente fueron sustituidos por ventiladores manuales y por último eléctricos.
Los punteros se cogían con la mano, pero otras herramientas como las cuñas, los pinchotes o las barrenas se agarraban con tenazas con distintas formas adaptadas a estas herramientas.
Calentada la herramienta se golpeaba en el yunque que se heredaba de padres a hijos.
Por último, era necesario darles el temple[3] justo, para ello se mojaban en una pila de mármol.
Los punteros se colocaban sobre ella transversalmente. Se mojaban un poquillo y se sacaban, y entonces se veía cómo iba corriendo el temple. Primero iba un poquillo blanco y detrás como azulillo. Cuando va a llegar casi a la punta lo blanco es cuando se mojaba y así paraba el temple.
Otro elemento fundamental era el delantal de cuero que vestía el fragüero para protegerse del calor y de las chispas.
Los domingos se dedicaban a las herramientas más “trabajosas” como las cuñas. Ese día venía algún cantero, de los que le gustaba el oficio de fragüero, en su día libre a ayudar obteniendo un ingreso extra. En su fabricación participaban hasta 3 personas, el maestro fragüero en medio guiando y una a cada lado pegándole porrazos alternativamente con las almainas.
La mayoría de las fraguas se localizaban en el pueblo, en cuartos situados en los bajos de donde vivían los fragüeros. Muchos canteros cuando volvían a las 5 de la tarde de la cantera se iban a la fragua, al calorcito. Llevaban una botella de vino y unos cacahuetes o garbanzos torraos y se dedicaban a contar anécdotas y chistes.
También había alguna en las canteras, en la Gran Parada y la entrada del Barranco Arispe. Esta fue la última estuvo operativa, hasta la crisis del 2008, regentándola Juanjo, de Chercos.
Otros fragüeros fueron Juan y Pedro el barato, Jose Antonio, el piles, Paco el Zurrero, Virgilio, Juan Pedro, o Andrés Franco.

[1] Hueco
[2] Taquillo de hierro
[3] Darle la dureza apropiada. Demasiado se rompían fácilmente, y poca se doblaban.